OPINIÓN

La espiral de la cooperación

Alvaro Otal, Gerente de ANCECO29/04/2025
Cómo una secuencia matemática inspira la colaboración natural, artística y empresarial
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Resulta sorprendente que en la naturaleza aparezca recurrentemente una construcción matemática. En el siglo XIII, el matemático italiano Leonardo de Pisa, más conocido como Fibonacci, describió una secuencia que hoy lleva su nombre y que aparece con una frecuencia fascinante en el mundo vivo: desde la disposición de las semillas en los girasoles hasta las espirales de los moluscos como el nautilus, pasando por las piñas o los patrones de ciertas flores, como la de la alcachofa.

La “sucesión de Fibonacci” explica que, empezando por la unidad, cada uno de los siguientes términos de la serie es la suma de los dos anteriores (1,1,2,3,5,8,13…). Además, si dividimos un número cualquiera de la secuencia por el anterior, obtenemos una cifra que se aproxima a 1.61803, el famoso número áureo o phi.

Este número ha sido tradicionalmente asociado a la belleza, la armonía y el equilibrio, y se ha atribuido un carácter estéticamente bello a los objetos cuyas medidas guardan la proporción áurea, tan apreciada por los griegos, observable en obras arquitectónicas clásicas, en composiciones artísticas e incluso en ciertas creencias místicas.

Pero más allá de su aplicación estética, esta secuencia es también una metáfora poderosa de cómo se construyen los sistemas colaborativos. Cada número necesita de los anteriores para existir: no hay salto, hay suma; no hay ruptura, hay continuidad.

Y este principio resuena profundamente con el espíritu de las centrales de compra y servicios (CCS). En estas organizaciones, cada empresa asociada aporta valor y, a la vez, se beneficia del conocimiento y la experiencia acumulada de las otras. Como en la espiral de Fibonacci, el crecimiento no surge del aislamiento, sino de la conexión y la cooperación.

En la naturaleza, en el arte y en la empresa, los sistemas que crecen de forma armónica lo hacen porque cooperan con lo que ya existe, se apoyan en lo que les precede y crean nuevas formas a partir de la suma. La belleza de la sucesión de Fibonacci no está solo en su proporción, sino en su lógica: crecer juntos es más eficiente, más sostenible... y, sin duda, más bello.

Artículo publicado por ANCECO, Asociación Nacional de Centrales de Compra y Servicios

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