La práctica deportiva, un problema sin solución

Redacción Tradesport29/11/2006

Los lamentables índices de práctica deportiva y la poca predisposición del gobierno
y de la mayoría de marcas para potenciar el deporte, sobre todo entre los más jóvenes,
está convirtiendo a España en un país peligrosamente sedentario

Hace algo más de un año, Tradesport publicó un artículo sobre los alarmantes índices de práctica deportiva. Ahora, que desde estas páginas volvemos a tocar el tema, nos damos cuenta, con una peligrosa resignación -la que se tiene cuando uno de da cuenta de que no hay solución-, que las cosas ni han cambiado ni hay perspectivas de que lo hagan.. Ni por parte del gobierno, que es una de las piezas claves para fomentar el deporte (parece que sólo las leyes nos empujen a hacer algo), ni por parte de las marcas, que también tienen su papel en este asunto, se ha hecho nada para mejorar el panorama. Y como dijimos entonces, todas las partes que podrían jugar un papel importante y no lo hacen acabarán pagando las consecuencias del creciente sedentarismo que hay en la sociedad española y, sobre todo, entre sus habitantes más jóvenes: unos se enfrentarán a una sociedad cada vez más enferma y que dispara los gastos sanitarios, que a este paso acabarán siendo inasumibles, mientras que los "nuestros", las marcas y los comercios, deberán ver como sus ventas bajan por falta de público.
Un país inmóvil y obeso
En los últimos años, desde los medios de comunicación y, especialmente, desde las tribunas científicas, se nos advierte del peligro que corre la sociedad española dados los altos índices de obesidad, sobre todo entre la población infantil. Estos índices, lógicamente, están directamente relacionados con la escasa práctica deportiva, y las políticas de fomento del gobierno, inexistentes hasta ahora a pesar de algunos intentos, no hacen prever muchos cambios a corto plazo.
Los índices de práctica deportiva, a parte de constatar que el 80% de los niños de menos de 15 años no hacen deporte, y que sólo el 37% de la población practica alguna actividad deportiva, sirven para confirmar -por si aún no era evidente- que el deporte ha pasado a un segundo plano, y que entre las preferencias de ocio y entretenimiento de los jóvenes -y de muchos adultos- las opciones que hay antes que el deporte son cada vez más numerosas (y generalmente relacionadas con actividades sedentarias con un fuerte componente tecnológico).
Sin ir más lejos, y en referencia a esta cuestión, un estudio realizado a principios de año por el Centro de Investigaciones Sociológicas, y del que ya nos hicimos eco en anteriores ediciones de Tradesport, reveló que el deporte es la decimotercera actividad preferida por los españoles para llenar su tiempo libre, situándose por detrás de otras actividades como ver la televisión -segunda actividad preferida-, ir de compras o ir de copas.
El Deporte sólo es competición
Desde que la democracia se estabilizó en nuestro país ningún gobierno ha sido capaz de gestionar de manera eficaz el fomento de la práctica deportiva. Desde la administración -y desde la sociedad- se ha tendido siempre a relacionar deporte con competición. Y ése es el gran problema de nuestro país: tenemos deportistas de elite en casi todas las modalidades, pero el precio a pagar es demasiado caro, porque a nivel de práctica deportiva somos un país muy retrasado y eso, a la larga, puede pasarnos factura.
Por si fuera poco, viendo la inversión prevista para 2007 en deporte las cosas no van a cambiar: para los presupuestos del próximo año el gobierno ha decidido destinar 181,130 millones de euros al Consejo Superior de Deportes, una cantidad que supone un 6,74 por ciento más que la cifra destinada en 2006. Y aunque para Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte "es un presupuesto ambicioso e innovador", estas cifras no invitan demasiado al optimismo porque en el fondo confirman que la apuesta por el deporte que hace el gobierno se basa principalmente en el apoyo al deporte profesional. No en vano, las federaciones deportivas recibirán 81,9 millones de euros, cantidad que representa el 45% del presupuesto del CSD, que repartirá 66,13 millones entre las federaciones olímpicas para la preparación de los Juegos de Pekín 2008.
La cuantía destinada a infraestructuras alcanzará los 53,31 millones de euros, cifra que crece un 8,2 por ciento, mientras que los programas para mejoras en centros de alto rendimiento y tecnificación, en cooperación con las comunidades autónomas, incrementan su asignación en torno al 15 por ciento para llegar a 7,5 millones de euros. ¿Y el fomento de la práctica deportiva? Pues según lo establecido, para potenciar el deporte escolar y universitario se destinarán sólo 10,4 millones de euros, lo que supone un 5,5% del presupuesto total, un porcentaje que lo dice todo.
Estas cifras, además, convierten en papel mojado algunas iniciativas que el gobierno había prometido llevar a cabo "para desarrollar una política deportiva más accesible en la que la alta competición conviva con el deporte de salud y ocio, y en la que se potencie el acceso temprano al deporte y a la actividad física, para consolidar un estilo de vida saludable que influye positivamente en los planes de futuro de nuestro sistema nacional de salud".
Los políticos empiezan a exigir cambios
El pasado 18 de junio Izquierda Unida, a través de su senador por Madrid, Eduardo Cuenca, defendió en el Pleno del Senado una moción "para promover de forma decidida la educación física y el deporte como derecho básico del que deben gozar los ciudadanos, así como para desarrollar la previsión constitucional sobre el mismo en estrecha cooperación con las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos", según resume el propio senador.
El senador destacó "la exigencia que planteamos de un nuevo marco de financiación, lo que representa doblar el 0,08% que dedican a este fin los Presupuestos Generales del Estado y que está congelado desde 2002. Además, reclamamos que el Gobierno presente en el primer semestre de 2007 un proyecto de reforma de la Ley del Deporte para adaptarlo a la nueva realidad territorial y deportiva".
Según IU "la propuesta quiere dar una clara respuesta a la tendencia a la privatización de la educación física y el deporte entendido como ocio que se está dando en la actualidad. No compartimos que algunas administraciones apoyen la especulación y la pura y dura explotación comercial del fenómeno deportivo por encima de garantizar el derecho a la práctica del deporte y a la actividad física en el tiempo libre de los ciudadanos. Para ello creemos que hay que empezar desde la etapa escolar, por lo que queremos instar al Gobierno a que impulse programas de animación deportiva en los colegios en horario extraescolar, así como que haya más coordinación entre las administraciones deportiva y educativa locales y autonómicas para desarrollarlos. Estos cambios deben aprovecharse para favorecer a quienes actualmente se encuentran con más problemas para incorporarse a la actividad deportiva, como son las mujeres. Por ello, presentamos toda una serie de propuestas de discriminación positiva para que las mujeres formen parte de los órganos de dirección de las federaciones y otras estructuras de dirección, o que se equilibre la retransmisión de eventos deportivos femeninos, ahora casi inexistente".
¿Por qué fomentar el deporte?
El deporte es mucho más que un partido con los amigos en el recreo o cuando acaba el colegio. Es más que una salida en bici o correr un par de veces al mes. El deporte es un aspectpo crucial en el desarrollo de un individuo y, sobre todo, de una sociedad.
El deporte y la educación física juegan un papel importante a escala individual, comunitaria, nacional y mundial. Como individuos, el deporte realza nuestras habilidades personales, nuestra salud en general y el conocimiento de nosotros mismos. En el ámbito nacional, el deporte y la educación física contribuyen al crecimiento económico y social, y mejoran la salud pública, algo imprescindible en una sociedad del bienestar. A escala mundial, si se practican regularmente, el deporte y la educación física pueden tener un impacto positivo y duradero sobre el desarrollo, la salud pública, la paz y el medio ambiente.
El acceso y la participación en el deporte y la educación física proporcionan, además, una oportunidad para que la población marginada por barreras sociales, culturales o religiosas debido a cuestiones de género, incapacidad física u otro tipo de discriminaciones pueda vivenciar la inclusión social y moral.
A través del deporte y la educación física, los individuos pueden experimentar la igualdad, la libertad y un medio digno de fortalecimiento.
El deporte y la educación física también enseñan valores esenciales y destrezas de vida incluyendo la confianza en sí mismo, el trabajo en equipo, la comunicación, la inclusión, la disciplina, el respeto y el juego limpio. Proporcionan igualmente beneficios psicológicos como la disminución de la depresión y la mejora de la concentración.
El deporte tiene, también, un impacto positivo en la educación de los más pequeños; mejora la habilidad para aprender, aumenta su concentración, su asistencia a clase y su rendimiento en general. Los jóvenes aprenden mejor cuando se divierten y están activos. En las escuelas, la educación física es un componente integral de una educación de alta calidad.
Desde hace años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Informe Sobre la Salud en el Mundo insiste en que la mortalidad, la morbilidad y las incapacidades atribuidas a las principales enfermedades no transmisibles son responsables de más del 60% de todas las muertes y que la inactividad física está entre las principales causas de estas enfermedades. El deporte y la actividad física son, en definitiva, cruciales para una vida prolongada y saludable porque mejoran la salud y el bienestar, aumentan la expectativa de vida y reducen la probabilidad de padecer varias enfermedades.
Viendo esta extensa lista de ventajas que tiene el deporte, es difícil entender por qué los gobiernos no muestran el más mínimo interés en apostar por él y prefieren destinar sus presupuestos al deporte profesional.
Un año que pasó inadvertido
Naciones Unidas declararon 2005 año internacional del deporte y la educación física. Más de uno -por no decir la mayoría- ni siquiera se dio cuenta de esta circunstancia, señal inequívoca -y concluyente- de que desde el gobierno no se hizo absolutamente nada para promocionar este "aniversario". Instituciones privadas, marcas, gobiernos autonómicos y las demás partes que deberían tener un papel importante en el fomento del deporte tampoco mostraron ningún interés en secundar esta iniciativa de Naciones Unidas. Ni un triste acto con repercusión mediática, ni un deportista apoyando la causa. Nada. Silencio absoluto.
En cualquier caso, y puesto que más vale tarde que nunca, lo que se pretendía con esta iniciativa era "fomentar el deporte y la educación física para todos poniendo en práctica programas y políticas de desarrollo, con el fin de estimular la toma de conciencia acerca de la importancia de la salud, el espíritu de logro y el acercamiento cultural para afianzar los valores colectivos; garantizar que el deporte y la educación física se incluyan como herramienta que contribuya al logro de las metas de desarrollo acordadas internacionalmente; promover el reconocimiento de la contribución del deporte y la educación física al desarrollo económico y social, y apostar por la construcción y restauración de infraestructuras deportivas; fomentar el deporte y la educación física, sobre la base de las necesidades establecidas localmente, como medio para lograr la salud, la educación y el desarrollo social y cultural; y fortalecer la cooperación y las asociaciones entre todos los actores, incluyendo la familia, la escuela, los clubes y ligas, las comunidades locales, las asociaciones deportivas juveniles y las personas responsables de adoptar decisiones, al igual que los sectores público y privado, con el fin de garantizar la complementariedad y que tanto el deporte como la educación física estén al alcance de todos". Ni que decir tiene que las intenciones son muy buenas, pero que sin compromiso por parte de quienes tienen capacidad para llevar a cabo estas iniciativas, no sirve de nada teorizar y lanzar iniciativas.
Conclusiones
La actividad física y el deporte constituyen sin lugar a dudas uno de los hechos sociales más importantes de la sociedad contemporánea. Ese desafío debe afrontarse desde una perspectiva social que tenga como objeto aumentar las tasas de práctica deportiva de nuestra población. El deporte de alta competición o profesional constituye un modelo social de una repercusión enorme, aunque más allá existe también una realidad valiosa, rica, compleja, heterogénea y anónima, constituida por un grupo de hábitos saludables y prácticas deportivas de los ciudadanos que es objeto primordial de preocupación política de los gobiernos.
El deporte como herramienta social apunta fundamentalmente al mejoramiento de la calidad de vida, entendiendo este aspecto en su concepto más amplio, cruzando los ejes de fomento e iniciación deportiva, mejoramiento de la calidad de vida en inclusión, con la intención de promover la práctica deportiva como instrumento de desarrollo social.
Sin embargo, la falta de una auténtica política deportiva global y coordinada que, mediante una inexistente ley, estructure las diferentes prácticas deportivas, como el deporte de base y aprendizaje, el escolar, el competitivo, el autóctono, el minoritario, o el de elite, está desembocando en la pérdida innumerable de auténticas potencialidades en el deporte, especialmente para el sector de artículos deportivos.
Pero aunque el fomento de la práctica deportiva sea un aspecto clave para el futuro del mercado de artículos deportivos y especialmente para las empresas que centran su negocio en marcas atléticas, se trata de una cuestión que va mucho más allá de lo que a nosotros nos interesa y que debe resolverse urgentemente si no se quiere que España, aparte de un país viejo y sedentario, sea un país enfermo.
El gobierno, sea cual sea su ideología, siempre tendrá la clave para cambiar esta situación tan preocupante porque es quien tiene la capacidad de invertir, pero ello no excluye a las marcas de asumir sus responsabilidades, aunque sólo sea por interés. En este aspecto, es fundamental que las empresas del sector desarrollen estrategias -conjuntas o individuales- para transmitir a la gente la importancia que tiene deporte. El sector debe ser el gran prescriptor del deporte y no dejar que quienes enarbolen la bandera del deporte como fuente de salud sean empresas de otros sectores. No tiene lógica que un sector como el de la alimentación tenga más interés -y destine más esfuerzos- en potenciar la práctica deportiva que el sector de artículos deportivos. Por desgracia, hoy por hoy somos cómplices de los lamentables índices de práctica deportiva.
Las cosas sólo cambiarán cuando quienes tienen el poder de cambiarlas comprendan que el deporte es una inversión y no un gasto y que por el bien de todos es mejor invertir en ello.

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