Es importante saber por dónde nos movemos. Conocer nuestro entorno para adaptarnos y saber cómo y por dónde debemos avanzar. Tener muy claro contra quienes competimos y cuáles con las reglas del juego, aunque éstas vayan cambiando cada dos por tres. Cometeremos errores, seguro, pero si somos capaces de tener una visión más o menos nítida de cómo es este entorno, de cómo hemos llegado a él y hacia donde tiene pinta de ir, lo más seguro es que minimicemos muchos riesgos.
Nuestro sector no ha destacado nunca por su habilidad de analizar el entorno. Ni su potencial. Es cierto que cada vez hay más herramientas para hacerlo, y cada vez son más los que las usan a sabiendas de que ese conocimiento es poder, pero, a nivel global, seguimos dejándonos llevar en exceso por el presente casi inmediato. Y viendo oportunidades a corto plazo donde, casi siempre, las que hay lo son a largo plazo. Somos más de vivir el momento, morir de éxito y exprimir, a un ritmo de récord, cualquier vaca lechera que se nos ponga delante. La lista de ejemplo es muy larga. Y sí,es cierto que muchas de estas oportunidades de pegar un bombazo se nos han presentado en momentos donde necesitábamos un balón de oxígeno como agua de mayo, y eso dificulta mucho pensar en el largo plazo, pero no menos cierto es que esa angustia por exprimir cualquier cosa que funcione ha acabado generando muchos problemas.
El sector nunca ha sabido dimensionarse bien. Hemos cometido demasiados errores de cálculo. Ver más potencial del que realmente hay. Por equivocación, por desconocimientoo, a veces, incluso sabiendo que el futuro que dibujamos es inalcanzable.
Como decíamos, la lista de ejemplo es larga. A veces se trata, solo de un producto o categoría, y otras veces de un segmento entero. A veces es algo puntual, de semanas o, como mucho, unos pocos meses, pero a veces es algo que se alarga en exceso en el tiempo e implica a muchos -o a todos- los procesos de la cadena. Y algo que parecía funcionar, por errores de cálculo, se acaba estropeando .Y se enquista. El problema, en todos estos casos, es que el mercado no se dimensiona bien. Lo dicho antes, un error de cálculo. Creer que hay más potencial del que hay. Por equivocación, por desconocimiento y puede que, incluso, a sabiendas que ese potencial.
Estos errores a la hora de dimensionar el mercado, que van mucho más allá de lo de exprimir una vaca lechera puntualmente, y son, también, mucho más graves, se han dado en una amplia variedad de segmentos, y aunque en su evolución ha habido muchas diferencias, en todos ha pasado exactamente lo mismo: un boom de practicantes y, al principio, de ventas, exceso de euforia, marcas y tiendas viendo El Dorado y luego, cuando la cosa se estabiliza o empieza a bajar, lo que se había proyectado queda en nada. Y sí, a veces es por culpa de factores que no se puedan controlar, pero el batacazo suele ser de campeonato. Y el segmento de tambalea hasta que unos y otros, marcas y tiendas, son capaces de entender y definir cuáles son los límites reales.
El esquí, ahora perfectamente dimensionado y disfrutando de una tranquila estabilidad, es un muy buen ejemplo de cómo a un segmento se le da mucho más potencial del que tiene, se sobreproduce y sobreprograma y, al final, la cosa acaba estallando. Dos inviernos malos y una práctica que no despega -por muchas razones, pero eso es lo de menos- y el segmento al borde de la quiebra ... hasta que todo el mundo asume esos límites (Y en el camino, muchos muertos en la cuneta). Y lo mismo con el tenis, del que se esperaba mucho más de lo que acabó dando y que ahora, en un segundo plano por la fiebre del pádel, y consciente de hasta dónde puede y hasta donde no puede llegar, evoluciona sin sobresaltos y sin angustias -con todo lo bueno que ello conlleva-, caminando hacia un modelo de progresión más cercano al del fútbol, probablemente el segmento que mejor ha sabido entender que la madurez no es un hándicap sino una oportunidad. También podríamos poner como ejemplo al running, aunque en este caso sí es cierto que su margen de recorrido es, todavía, muy amplio. Pero también lo es que, en su día, todo el mundo se confío en exceso disparando la oferta, tanto de producto como de tiendas, y provocando la siempre inevitable selección natural, con otro reguero de cadáveres en la cuneta. Y algunos totalmente inesperados. Y el fallo, el mismo: no saber dimensionar ni el presente ni el futuro. Pensar solo en el corto y gestionar las cosas como si no hubiera un mañana.
Nuestro sector no ha destacado nunca por su habilidad para analizar el entorno. Ni su potencial. Es cierto que cada vez hay más herramientas para hacerlo, y cada vez son más los que las usan, pero a nivel global, seguimos dejándo nos llevar en exceso por el presente casi inmediato.
Y eso es lo que están haciendo, también, dos de los segmentos con mejor salud del momento, el bike y el pádel. La situación no es dramática, ni mucho menos, y los principales problemas que tienen ahora ambos universos tienen más que ver con una mala gestión de la postpandemia -y por causas externas, en gran parte- que, por tener los límites más definidos, pero, en cualquier caso, uno y otro pecan hoy en día se una sobreoferta de producto y, también, de tiendas. Y encima,a día de hoy, marcas y tiendas tienen sus almacenes a rebosar de stock. Y no hay previsión de que tengan salida a corto plazo. Las dificultades por cubrir la demanda en los primeros meses de la pandemia y la evolución, en practicantes y ventas, de 2021 y principios de 2022, provocó que unos producirían mucho y los otros compraran mucho. Y claro, si la demanda cae, y ha caído, ya la tenemos liada. Al menos hasta que redimensionemos las cosas...
Raul Bernat, Redactor Jefe
Noticias sobre marcas y empresas de deporte