El 2020 será un annus horribilis para el comercio mundial, pero no tan horribilis como se pensaba, sino un poco menos. La Organización Mundial del Comercio (OMC), órgano de Naciones Unidos, dio a conocer su último informe en el que se aprecia un rebote de los intercambios internacionales tras los mínimos marcados por la Covid- 19 la pasada primavera. El ejercicio debería finalizar con un desplome del 9,2%, una ligera mejora si se compara con el 12,9% estimado el pasado mes de abril.
Para el año que viene, el crecimiento debería situarse en el 7,2%, pero, aún así, el nivel de las importaciones y exportaciones se quedará todavía por debajo de los niveles pre-pandemia. Como anécdota, el desplome del comercio en el segundo trimestre fue del 14,3%, el mayor nunca registrado en toda la serie histórica.
¿Porque esta mejora? Los economistas de la OMC señalan por un lado el apoyo proporcionado al lado de la demanda con políticas fiscales y monetarias por parte de los gobiernos. Pero, por el otro, se registra un desplazamiento de los patrones de compra de los hogares, que han destinado más dinero a los bienes manufacturados que a los servicios. Por ejemplo, las familias han viajado menos pero han comprado ordenadores nuevos durante los meses del confinamiento.
La organización señala que el PIB mundial retrocederá este año un 4,8% (el doble de lo que pronosticó en abril). La economía global, de confirmarse este dato, vivirá el mismo retroceso que experimentó en ocasión de la gripe española de 1918. Y atención: en este caso se trata de una revisión a la baja si se compara con la caída del 2,5% de la estimación anterior. La economía real, por lo tanto, notó en sus carnes los efectos del confinamiento (para el 2021, se estima un repunte del 4,8%), de modo “desproporcionado”.
En este caso, los servicios en los que se acostumbra a relacionarse cara a cara, que son el grueso de muchas economías desarrolladas, han sido víctimas de las medidas del confinamiento , lo que explica porque en este caso, a diferencia del 2008, el impacto negativo en el PIB ha sido peor.
“Este comportamiento divergente del comercio durante el brote de COVID-19 tiene mucho que ver con la naturaleza de la pandemia y las políticas utilizadas para combatirla. Los bloqueos y las restricciones de viaje impusieron importantes limitaciones de la oferta a las economías nacionales, reduciendo drásticamente la producción y el empleo en sectores que suelen ser resistentes a las fluctuaciones del ciclo económico, en particular los servicios no comercializados”, explica el estudio.
La OMC reconoce que hay mucha incertidumbre todavía, especialmente si hay un rebrote de la Covid-19 en los próximos meses. “Existe el riesgo de la recuperación sea débil e incompleta”, advierten. Mantiene un horizonte muy negativo para todos aquellos sectores relacionados con deporte, cultura, turismo e incluso construcción.
En caso de una segunda ola virulenta con un nuevo confinamiento, el recorte en el PIB mundial se acentuaría con un retroceso de entre 2 y tres puntos en porcentaje, mientras que el comercio se desplomaría otro 5%. En el escenario más positivo de una vacuna, el PIB podría repuntar entre el 1 y el 2%.
Un detalle más para concluir: China en los primeros seis meses del año vendió el 57% de las mascarillas en el mundo. Una nueva dependencia económica en tiempo de pandemia se ha ido consolidando. Pekín afianza, en este sentido, su liderazgo e influencia.
Artículo publicado en La Vanguardia
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