Reflexión. La opinión de Raul Bernat

Redacción - Tradesport04/01/2017
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Arranca 2017. Y arranca con bastantes incertidumbres. El sector ha ido trampeando el temporal como ha podido, aprovechándose de la buena marcha de determinadas disciplinas, pero el futuro a corto y medio plazo nos obligará a reaccionar. A cambiar. Los salvavidas a los que nos hemos agarrado estos dos o tres últimos años van perdiendo aire y, o buscamos nuevas alternativas para hincharlos más, o poco a poco nos iremos hundiendo.

Reaccionar. Sólo eso. Tan simple y tan complejo a la vez. Aunque las cosas no siempre nos han ido bien y hemos tropezado mil veces con la misma piedra, al sector nunca le ha faltado suerte. Nuestra propia manera de hacer las cosas - y la pasividad de la que muchas veces pecamos- nos ha acarreado muchos problemas, pero casi siempre un golpe de suerte nos los ha medio solucionado. O, como mínimo, ha impedido que fueran a peor.

La crisis, la maldita crisis, que cuando asomó parecía que debía arrasar un sector ya de por sí muy tocado después de mandar al paredón su esencia más primitiva, se convirtió en un aliado inesperado. Evidentemente los daños colaterales fueron dramáticos, pero dentro de lo que cabe, y teniendo en cuenta de dónde veníamos y cómo veníamos, la crisis nos fue bien. O muy bien. Sin hacer el más mínimo esfuerzo, el deporte volvió al primer plano. Los índices de práctica deportiva se dispararon y deportes como el pádel, el bike, el outdoor y, sobre todo, el running, multiplicaron exponencialmente su cifra de practicantes… y ventas. Y el deporte, sin quererlo ni buscarlo, recuperó su esencia.

Pero los golpes de suerte acaban tarde o temprano. Esos deportes que han sostenido al sector cuando las cosas pintaban mal están perdiendo fuelle desde hace meses. Siguen fuertes, obviamente, pero o crecen poco o no crecen. Y claro, uno no puede evitar preguntarse quién va a tirar del carro ahora. Qué alternativas hay si running y compañía dejan de hacer girar la noria. A nivel técnico, no se me ocurre ningún deporte que pueda emular, ni siquiera un poco, el boom experimentado por estas modalidades. Y si tenemos que volver a confiar en el sportwear, mal vamos. Sería tropezar de nuevo con la misma piedra.

El panorama no pinta muy bien. Y menos aun mirando el historial del sector. La suerte, si no llega, hay que salir a buscarla, y pocas veces lo hemos hecho. La mayoría de soluciones, además, pasarían por remar todos hacia una misma dirección, y eso jamás hemos sabido hacerlo. Los cambios en los hábitos de compra, por ahora, dan un respiro a muchas marcas (y ahogan a muchas tiendas), pero estas costumbres cambian, y muy rápido. Y confiar en que siempre nos serán favorables sería un error muy grave.

2017 será un año de retos. Un año de reflexión. De intentar entender el mundo que nos rodea y encontrar el papel que debemos –y queremos- jugar en él. Un año en el que tendremos que entender que para que las cosas nos vayan bien tenemos que poner de nuestra parte.

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