La Junta de Andalucía, a través de la Consejería de Salud, ha elaborado un Plan Integral de Obesidad Infantil que se va a desarrollar entre 2007 y 2012. El objetivo es prevenir, detectar y combatir la obesidad, que en Andalucía afecta al 30% de la población infantil y recomienda la práctica diaria de actividad física para reducir el número de casos.
Este Plan, que se desarrollará durante el período 2007-2012 con una inversión prevista de cinco millones de euros, incluye un centenar de medidas preventivas, asistenciales, formativas y de investigación, que abordan el problema desde la etapa gestacional hasta la edad escolar.
Uno de los aspectos más importantes en relación a la prevención es la práctica diaria y regular de actividad física. Los expertos han coincidido en afirmar que el realizar algún tipo de actividad no sólo ayuda a prevenir la obesidad, sino que previene el sedentarismo y favorece que los niños adquieran hábitos de vida saludables desde pequeños. Aunque una alimentación sana y equilibrada es fundamental para luchar contra el sobrepeso, si esta dieta no se alía con un plan de actividad física, los resultados que se van a obtener no van a ser suficientes.
Por otra parte, a través de Internet, los padres y los responsables de comedores escolares podrán resolver dudas sobre las características de los alimentos o la elaboración de menús saludables. También se trabajará con las Consejerías de Educación y de Agricultura y Pesca para cambiar en los colegios las máquinas expendedoras de chocolatinas y refrescos por otras expendedoras de frutas. Esta última iniciativa se hará gradualmente extensiva al conjunto de las administraciones, comenzando por las dependencias de la Junta de Andalucía y de manera prioritaria sus centros sanitarios.
En materia de asistencia sanitaria, la Consejería de Salud editará una guía elaborada por profesionales que definirá quién, cómo y de qué manera hay que atender a un niño con sobrepeso u obesidad, qué factores de riesgo deben tenerse en cuenta en la familia y cuáles son los tratamientos más idóneos. Además, se reorientará el programa de salud escolar incorporando revisiones preventivas específicas para la obesidad infantil.
El plan se completa con programas formativos para profesionales sanitarios y líneas de apoyo para proyectos de investigación en torno a la obesidad y sus factores de riesgo. Es importante que los médicos conozcan en todo momento cuál es el mejor tratamiento para un niño obeso, cuál es la alimentación que más le conviene y qué grado de ejercicio físico se puede realizar en cada uno de los casos estudiados.
Población afectada
La obesidad es un problema creciente en los países desarrollados. Actualmente, hay el triple de personas obesas en el mundo que en los años 60; alrededor de 500 millones, de los que casi 18 millones corresponden a niños menores de cinco años. España se sitúa entre los países europeos más afectados por la obesidad infantil.
Según la Encuesta Nacional de Salud (2003) Andalucía es la cuarta comunidad autónoma con mayor prevalencia de esta patología, con una cifra cercana al 30% sólo superada por Canarias, Cantabria y Murcia. En concreto, un 12% de los niños entre dos y 15 años tiene problemas de sobrepeso y otro 20% de obesidad. El problema se concentra en el grupo de edad de seis y nueve años, con casi el triple de prevalencia de exceso de peso que los de 14 y 15 años.
El 26% de la población infantil no realiza ningún tipo de ejercicio físico y casi el 100% pasa más de dos horas y media diarias viendo la televisión. Sólo el 12% consume verduras diariamente, mientras que el 99,4% consume cuatro raciones de dulces y golosinas al día y el 92% ingiere diariamente refrescos y bebidas azucaradas.
La obesidad se traduce en graves repercusiones sociosanitarias, no sólo por la pérdida de calidad de vida que comporta, sino por las complicaciones que habitualmente vienen asociadas, como hipertensión, diabetes, la hipercolesterolemia, patologías osteomusculares y cardiacas, síndromes metabólicos y trastornos del sueño, así como algunos tipos de cáncer. Los costes económicos asociados a esta patología se calculan en 600 millones de euros anuales para Andalucía y en 2.500 millones para el conjunto de España.
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